Palabras en la Arena. Autor: Antonio Buero Vallejo
FICHA DE LECTURA
TÉCNICA TEATRAL: TEATRO. ANÁLISIS DE UNA
OBRA
problema(s) y
enfrentamiento(s): el tema, el argumento
¿cuáles
son?, ¿entre quiénes?, ¿por qué motivos?
“No he venido a
traer la paz sino la guerra.” Eso parece.
Hasta que Él llegó todos estaban de acuerdo: “Había
que lapidarla”.
Se presentó Él con su cara bonita y su labia, además de su
porte de buen mozo, y todo fueron disputas. Todo por unas simples palabras
escritas en la arena que tarde o temprano las borraría el viento. Hubo para
todos: concretas y precisas. Luego añadió:
”El que esté libre
de pecado que tire la primera piedra”. Todos eras esclavos. Se guardaron la piedra y se
fueron. Para mejor ocasión. Pero el cabreo iba por dentro.
La intensa frustración generada por el hecho de no haber
logrado llevar a feliz término el sano y “catártico” ejercicio de la de la
lapidación de la mujer adultera produjo un estado de extrema rabia tal entre
los participantes que al final acabó todo en un enfrentamiento de todos contra
todos. El Rabí sabía mucho de las Sagradas Escrituras pero ignoró por completo,
no se sabe si casual o deliberadamente, el efecto beneficioso de la
participación ciudadana en actos socioculturales con espíritu deportivo.
Aparte de este motivo general y colectivo, cada individuo
tenía los suyos propios, propios de su propia personalidad y coyuntura personal,
y secretos, muy secretos y bien guardados y ocultos pero, pobres
inocentes, totalmente transparentes para el ojo avezado del otro,
acostumbrado a ver sin mayor esfuerzo la paja en el ojo ajeno.
Así, por ejemplo, Asaf sabía en el fondo de
corazón que su joven y bella esposa se moría de ganas de ponerle los cuernos
con Marcio el Romano, primo lejano de Pepe el Romano. (Lo que no sabía es que
desde hacía algún tiempo ya ostentaba un hermoso adorno en su frente y no era éste
precisamente una corona de Laurel, reservada en exclusiva para los ciudadanos
de primera del imperio.)
Compensaba el dolor que le producía esta sabiduría oculta,
esta sapiencia (y el peso de esta corona) y esta carencia de amor, con el
fervor guerrero que ardía en su interior, en una hoguera muy cercana y próxima
a la que desprendía aquellas grandes rojas llamaradas de celos, y con el que se
empeñaba en defender a la pobre Patria dominada y sometida por el romano
invasor, que todo lo invadía sin clemencia y sin el más mínimo recato,
especialmente los fríos y vacíos lechos de las jóvenes esposas de esposos valerosos
destinados en comisión de servicio al Servicio por la Patria.
Matatías, poseído a partes
iguales por la ira de Jehová y por la intensa
lucha interna desatada en el campo de batalla de sus entrañas entre sus quince
años de santa castidad y la irreverente provocación de las dos tetas al
desnudo de la rea, intentaba a duras penas mantener el tipo, apelando a la fama de su proverbial
prestancia de sabio conciliador, debiendo mostrarse como modelo ejemplar del
comportamiento de un alma grande para el
resto de la comunidad.
(Se sabe, por Amnistía
Internacional, que al día de hoy, en los lugares donde todavía se practica este
deporte, el citado inconveniente ha sido salvado, gracias a dios,
enterrando a la rea hasta el cuello. Si el reo de lapidación es varón basta con
que el hoyo le llegue hasta la cintura. Esto le da una mínima oportunidad de
despejar alguno de los numerosos cantazos que le llegan con codos y brazos y,
si llegara el caso, en caso de acabársele la munición a los diestros lanzadores,
y siniestros, y lanzadoras, que de todo hay, sin haber logrado hacer diana en
el centro de la diana, en la frente del de enfrente, desenterrarse y salir corriendo.)
Otro enfrentamiento, tal vez el más elocuente de toda la
obra, en la cumbre del clímax, es el producido entre Asaf y Noemí
cuando el primero se entera de lo que en el fondo de su corazón ya sabe y, no
pudiendo contenerse, va nomás y la mata (porque era suya).
Podía haberse contentado con lamentarse cantando un tango
y haberla dejado viva pero de este modo ni Buero habría podido escribir sus palabras
en la arena, ni yo las mías, ni el Rabí las suyas sin asumir el riesgo de que
se objetase que en este caso, para regocijo de los asistentes al singular
acontecimiento, sí que se habría equivocado de cabo a rabo. Pero no fue así. El
Rabí nunca falla. Igual que el criminal, que nunca gana. Ni tampoco
el a-se-si-no. Así es el destino.
Resume el argumento de la obra
Noemí, joven esposa de Asaf, y hermosa, está loca por
Marcio, el centurión.
Utiliza los servicios de correveidile de su sierva, La Fenicia,
para mandarle recaditos.
Asaf, su esposo y dueño, está en la plaza del pueblo
participando en una lapidación.
Es un deporte muy popular, apto para todos los públicos.
Uno que pasaba por allí, un forastero, se ha puesto a
escribir palabras en la arena.
Lo que ha escrito no ha gustado a nadie. Todo el mundo
está enfadado. De hecho tienen un cabreo monumental. Algo ha escrito que ha
tocado sus fibras más sensibles. La lapidación se ha suspendido. Se acabó la
fiesta.
Están pensando en algo extremadamente refinado para
vengarse de Él. ¿Lapidación? No, eso es poco. Se merece algo mejor que eso.
(¿Tal vez crucifixión? Sí. Habrá que acudir una vez más a Roma y humillarse de
nuevo ante ella. Ellos no están autorizados ni su tradición se lo permite. Otra
vez a endeudarse de nuevo. Pero el caso lo merece.)
La Fenicia, la mensajera, vuelve
con buenas noticias (y una bolsa llena de denarios con la efigie del Cesar).
No puede reprimir su alegría. Asaf no soporta estas muestras de alborozo,
que se le clavan como cuchillos, ni la ignorancia de lo que pasa en su propia
casa tras las cortinas de la alcoba. Le quita la bolsa. Se le cae al suelo, La
reconoce. Es de Marcio, el invasor romano. Y a él se le cae el velo. De
repente lo comprende todo. Y ahora cuando la mata.
Asaf contempla grabada en el fondo de su retina (escrita
sobre la arena) una sola palabra de la que, hasta ese momento, desconocía su
significado: a-se-si-no.
(Algo de arenilla se le ha debido meter en el ojo y
parece que llora. Pero no; esto no pertenece a esta historia.)
¿cuál es el tema (o temas) que
trata?
-La imperiosa necesidad de disponer de un culpable, un
chivo expiatorio ajeno a uno mismo, para calmar los agudos dolores que
causan los mordiscos sin piedad de la propia conciencia, que nunca duerme.
-La facilidad para ver la paja en el ojo ajeno y
la enorme dificultad para ver la viga en el propio. El lado oculto y oscuro
enseña los dientes como fiera acorralada cuando se le provoca.
-La negación a ultranza de lo evidente con
tal de proteger la máscara de la apariencia y la coraza de
protección ante amenazantes agrietamientos y roturas del edificio.
-El adulterio inevitable, siempre presente en toda
tragedia, comedia u obra de arte que se precie y se pretenda como tal, pero
excusable al fin y al cabo porque la carne es débil… y sobre todo muy apetitosa…
y más si esta carne es la de la otra… y si esa otra es de otro sabe mucho mejor.
-El romano, siempre el romano, enredándolo todo.
-El destino fatal e inexorable que está esperando a la
vuelta de la esquina.
personajes
(lo que nos transmiten de ellos las
acotaciones)
Las acotaciones entre paréntesis nos dan una primera idea
de quiénes y de cómo son.
(lo que nos transmite de ellos el
diálogo y lo que hacen)
El diálogo y lo que hacen añaden detalles de su
personalidad que va completándose y desgranándose a medida que la obra avanza y
que les va transformando.
¿quiénes son?,
Por orden de
aparición:
Noemí, el ama, joven esposa de
Asaf, (arde por dentro… y por fuera) (casada con quien sus padres acordaron) (infeliz)
(quiere dejar de serlo)
La Fenicia, la sierva, (fisgona, vieja
‘el visillo’ y celestina) (quisiera ser libre) ( y yo)
Eliú, el escriba, (funcionario
pelota, servil, prevaricador, ladrón y corrupto, vil y rastrero.)
Gadí, el saduceo, (gordo, vividor,
amante y amigo de todos, todos, los placeres.)
Matatías, el fariseo, (En nuestro
tiempo se le conocería como beato, meapilas, comesantos o chupacirios. En aquel
tiempo, dado que el bautismo no había sido aún instaurado y, por lo tanto, la
pila bautismal no tenía ninguna razón de existir, se le denominaba
exclusivamente “sepulcro blanqueado”. Alto y delgado como su padre, por
tradición, mira por encima del hombro al resto de los mortales y a bastantes de
los inmortales)
Asaf, el jefe de la milicia del
Sanedrín (buen puesto y seguro, salario fijo) (militante ultraderechista
fanático, nacionalista, gudari, rebosando odio eterno al invasor, sicario)(casado
con esposa joven y guapa)
Joafar, el sacerdote, (clérigo por
conveniencia, o por tradición tribal y familiar, ateo sin vocación religiosa
y sin convicción pero buen guardián de sus privilegios de casta sacerdotal,
no se planteó nunca colgar los hábitos y dejarlo así como así para que otro venga
y ocupe su lugar.)
Por orden de no
aparición (solo nombrados):
Jesús, el Rabí, (por todos, conocido, del
uno al otro confín.)
Marcio, el romano (fuerte para ser su señor y tierno para el amor,
un mirlo blanco, ¡quién lo pillara!, Noemí, discreto entre bambalinas, pariente
lejano y amigo de Pepe el romano. No tienen que aprenderse el papel, ni
maquillarse ni desmaquillarse ni siquiera despeinarse pero se ponen tibios.
¡Joder con Roma! Me pido ese papel.) (Añoro mi vida de patricio con Patricia.)
La mujer adúltera (La única culpable de todos los males del resto:
debe ser lapidada.)
(¡Ay de aquel pueblo que no cuente entre sus pobladores
con una mujer adúltera a quien lapidar! ¿Qué haría el aldeano con la piedra que
esconde en la mano?
¿Acaso se atrevería a lanzársela al juez a la cabeza?
¿Se la guardaría de nuevo en el bolsillo del gabán o en fondo
del zapato?
¿O la echaría a un lado, para adornar un poco más el bello
jardín de Sísifo?
Se vería obligado
a mirarse el lado oscuro: ¡Y eso sí
que no!)
¿cómo son físicamente?
Noemí: “Es hermosa. Tiene la
hermosura violenta y gastada de muchas mujeres morenas. Sus ojos son profundos,
cansados, asustados. Grandes ojeras los circundan. La boca es dura y sensual,
con un pliegue amargo.” Yo no sé definirla mejor.
Puedo añadir que ha sido castigada por la impotencia ante el tiempo que le ha
tocado vivir y por la renuncia a la vida libre que su cuerpo entero le reclama.
La Fenicia: Delgada y nerviosa, al estilo
de un ama de llaves, pero en joven.
Matatías: Alto y delgado, como manda la
tradición, como su padre.
Eliú: Enjuto y mínimo, chiquito y bajo. Minúsculo. Casi no se le ve. Matón cuando le dejan.
Gadí: Gordo y obeso.
Siempre bien dispuesto a llevarse un buen bocado a la boca… y a su mullido
lecho.
Joafar: Viejo y curtido. Tras su
barba parece más joven.
Asaf : Aguerrido y apuesto,
pero apuesto treinta denarios de plata a que bastante menos que Marcio.
Ninguno de los dos necesita
presentación (Ambos se salen de las tablas):
Además ni siquiera se suben a
las tablas del escenario.
No obstante, para ayudar a la
imaginación del espectador…
Jesús, el Rabí: Buen mozo, a los ojos de La Fenicia.
Marcio, el romano: Buen mozo, todavía mejor, a los ojos de Noemí.
La mujer adúltera: Cualquiera no sirve para este papel. Necesitaría
unos mínimos.
Aunque también es verdad que la
necesidad de tirar la piedra que calma la furia que quema por dentro y la sed, hace
que valga cualquiera.
¿cómo
son psicológicamente? ¿y éticamente?
Noemí: Inocente, imprudente, miedosa,
temerosa, temblorosa, zalamera si es preciso, apasionada, ardorosa, ciega por
la pasión que le domina, enferma de un amor que le mata… (Al final muere de
otra cosa.)
La Fenicia: Ladina, taimada, controladora,
sabedora y usadora (y abusadora) del
poder que sabe que tienen los criados porque saben y conocen más de lo
que dicen saber y conocer. Falsa (tu pie sobre mí cabeza, paloma) y
traidora en la hora decisiva.
Eliú: Servil, pelota, prevaricador,
con el complejo y la rabia contenida de quien no da la talla mínima para ser
admitido en el grupo al cual le gustaría pertenecer, fuerte ante el débil y
débil ante el fuerte, un Robin Hood de los poderosos, un paladín de los
ricos.
Matatías: Fariseo. Soberbio, vanidoso… y
sobre todo lujurioso, pero no puede
permitírselo, su religión se lo prohíbe. Además tiene que dar ejemplo. Para eso
está. Casto y virgen (¿quién aguanta eso por dentro?)
Gadí: Lujurioso y vividor, amante de
los placeres. Saduceo. Este sí que lo aguanta. Pero ante el mundo exterior debe
dar una imagen medianamente aceptable. Le va en ello la prosperidad de sus
negocios.
Joafar: Sacerdote. De buena casta,
privilegiada. Tiene poder, o debería tenerlo. En alguna ocasión, ante un Rabí
descarado y desvergonzado, se le va de las manos (¿quién se habrá creído este
galileo que es?). Eso no le gusta. No le gusta perder su anillo de poder.
A Smigle tampoco le gustó. Por eso anda por ahí tratando de recuperarlo.
Podrían asociarse y formar un buen equipo. Tal vez tengan éxito y lo logren.
Asaf : Fanático, celoso (y con razón), y celoso servidor al
servicio del Sanedrín. Es el jefe, el capitán, de academia militar. Lo primero
es el deber. Le enseñaron bien. Es cumplidor, como Tejero, pero su jefe le
falla. ¿Por qué el sacerdote, su superior, no mantuvo su valor, el valor que se le
supone? A perro flaco todo se le vuelven pulgas: le falla su jefe, le engaña su
esposa, y no con cualquiera: precisamente con el romano invasor. ¿Ante esta
disyuntiva qué puede hacer? No le dejan tirar piedras a la mujer adúltera (eso
calma mucho). Tampoco es de los que les guste tirarlas a su propio tejado.
Emborracharse no puede, no está bien. Además no puede humillarse tanto. Él no
se va a pegar un tiro. Aun no se había inventado la pólvora ni el revólver ni
el rifle. Japón y el harakiri es un mundo desconocido fuera de los límites del imperio
y del mundo mediterráneo conocido. Además su religión se lo prohíbe. Así que no
le queda otra: la mata.
No es culpa suya. Es el
destino. Le han llevado hasta allí. Estaba acorralado.
¿qué
buscan o desean o temen...?, ¿qué hacen para conseguirlo o evitarlo?
Noemí busca a Marcio. Marcio busca a Noemí. La Fenicia
busca la libertad y dejar de ser sierva. Para ello necesita hacerse rica y
poder comprarse. Para ello toda moneda es buena y todo método útil. Matatías,
un par de tetas, que siempre se le negaron o se las negaron y todo lo que
conlleva. Pero está amarrado con fuertes cadenas a una tradición, imposibles de
romper. Eliú, ser más alto, pero la naturaleza lo hizo así y no puede hacer
nada. Si al menos le admitiesen como socio…Gadí poder llevar tranquila y
relajadamente su vida licenciosa sin que se lo echasen en cara las lenguas de
doble filo y de doble moral. Joafar recuperar su tesoro, su anillo de poder.
Asaf, que el romano no hubiera aparecido por allí, que su esposa le quisiera y
le fuera fiel, que le diera muchos hijos, que el galileo, escritor de palabras
en la arena, se hubiera quedado en la aldea de su comarca haciendo cruces de
madera para otros reos de muerte con su padre, el carpinteo; que el autor del
siglo XX, escritor de palabras en la arena, se hubiera exiliado de verdad o, ya
que se quedó, se hubiera limitado a asistir a misa como todo el mundo y dejar
que los doctores del sanedrín interpretasen las palabras en la arena como solo
ellos estaban autorizados a hacerlo. Amén.
actores
¿a qué actores y actrices elegirías
para representar a estos personajes?
Casting:
Noemi Maribel Verdú, Pastora Vega.
La Fenicia Julia Gutierrez Caba, Terele
Pávez (La celestina)
Eliú Agustín González, Jose Luis
López Vázquez
Matatías Fernando Fernán Gomez, Luis
Ciges,
Gadí Juan Echanove, Peter Ustinov
(Nerón), Alfredo Landa,
Joafar Fernando Rey, Luis Escobar.
Asaf Juan Diego, Javier Bardem.
Jesús, El Rabí Mi Rabí, mi Maestro, que también es un poco Mago
Marcio, el romano Yo mismo.
¿por qué?
Sin palabras.
¿cómo los dirigirías para que
hicieran un buen papel? : mímica, gesto,
movimiento, forma de hablar,
vestuario, maquillaje, peinado
Con los que he elegido, los dejaría solos y me iría a
tomar un café con el rabí, entre bambalinas naturalmente, y a esperar a ver qué
pasa.
estructura:
actos/ escenas (situaciones teatrales)
¿cuáles localizas (las más
importantes)?,
Primera: La Fenicia y Noemí. A lo lejos, fuera de escena,
la lapidación frustrada.
Segunda: Los lapidadores frustrados. Acusaciones, burlas
y tensión entre ellos.
Tercera: Asaf y Noemí. Tensión. Acusación mutua.
Cuarta: Asaf, Noemí y La Fenicia. Se descubre el pastel.
Desenlace: la mata.
Quinta: Confesión de Asaf ante el resto. La palabra que
el Rabí escribió para él.
¿cómo se dispone la
historia dentro de
ellas?: planteamiento-nudo-desenlace; clímax.
Planteamiento: Se va lapidar a una mujer
adúltera. Ha pecado. Es rea de adulterio.
Noemí sabe que ese es el castigo establecido por la ley.
A pesar de ello trata de ponerse en contacto con Marcio, su amante, por medio
de su sierva. Se arriesga. Su marido, Asaf, es uno de los más acérrimos
partidarios de la lapidación. Desconoce los tejemanejes de su esposa.
Nudo: Un Maestro forastero que
pasaba por allí frustra la ejecución provocando con sus palabras escritas en la
arena tensiones y enfrentamientos entre quienes hasta aquel momento eran
cómplices condescendientes consigo mismos. La tensión alimenta las disputas y
se acumula. Se relaja un poco esta tensión cuando se despiden. Asaf entra en
casa.
Desenlace: Aparece La Fenicia con su
Buena Nueva. Buena para ella, mala para Noemí porque Asaf está presente. Quién
no debía enterarse de nada es el primero que se entera.
Climax: Llega a partir del momento
que reconoce la bolsa de Marcio.
espacio
(lo que nos
transmiten las acotaciones)
(lo que nos transmite el diálogo)
¿dónde transcurre la acción?
En Galilea, en Tierra Santa, antes de ser santa y, en un
segundo plano, en cualquier lugar, por ejemplo aquí.
¿cómo es el escenario? ¿cómo lo
pondrías tú (tu escenografía)?:
decorados,
luz, música, sonido
Tendría que ser austero, como la propia obra, con blancos
y negros y fondos de color arena. Decorados mínimos: La casa, la verja, la
puerta. Alguna casa al fondo pintada como en el portal de belén.
Luz tenue al comienzo en la escena de Noemí y La Fenicia.
Tendría más luz, podría ser de tonos rojizos, en los diálogos durante los
enfrentamientos intermedios. Luminosa y excesiva durante el cabreo de Asaf, seguida
de un apagón progresivo, casi en caída libre,
cuando sale tras haberla matado, hasta apagarse del todo mientras
pronuncia la palabra a-se-sino
Con la música y el sonido, algo parecido.
tiempo
(lo que nos
transmiten las acotaciones)
(lo que nos transmite el diálogo)
¿cuándo transcurre la acción? ¿en
qué época, año...?
In Illo Tempore, cuando dijo Jesús a sus apóstoles ,
antes de que empezaran a oír y, en un segundo plano, en cualquier tiempo, por
ejemplo ahora..
Época del año, tenía que ser primavera avanzada, cuando
hace la calor, o comienzo del verano, cuando están los trigos en flor, cuando
los enamorados van a servir al amor y cuando los higos están maduros y
apetitosos. Y si no, que lo pregunten a La Fenicia. A Noemí, no, pobrecita,
porque no pudo probarlos. Se acabó el sainete para ella antes de tiempo.
Dentro del día, tenía que ser la quinta, antes de la sexta,
la hora de la siesta, cuatro horas antes de la nona, que es cuando debía partir
Asaf en comisión de servicio como capitán de la milicia del santo sanedrín.
La prima es muy de madrugada. Aunque
también pudo comenzar en la tercia, pero creo que aquel día Asaf y Noemí no
madrugaron. Creo definitivamente que fue la quinta, que en aquel tiempo
equivaldría a la hora del vermut de nuestra época, la hora de la actividad
deportiva y sociocultural.
¿cuánto dura la representación?
En menos de una hora se resolvió todo. Fue rápido, muy
rápido. ¡Fue tan rápido todo! No les dio tiempo a nadie a aburrirse, ni
a Noemí ni a Asaf ni a ninguno de los otros personajes ni al espectador. Tal
vez quien sí creo que se aburrió esperando fue Marcio, el romano. Y aún sigue.
Alguien tendrá que ir a avisarle, digo yo.
¿el paso del tiempo pone tensos a
los personajes?
Sí, muy tensos. De hecho están tensos todo el tiempo. No
hay descanso. Suspense. Hay un primer aviso cuando Noemí manda a La Fenicia a
buscar a Marcio. ¡Qué imprudente! Si se le veía venir. Y encima manda a La
Fenicia. Acaso no sabía que no era de fiar. Pero, claro, no tenía otra. No eran
ricos ni poderosos para poder elegir entre sus criados. Los pobres nos tenemos
que conformar con lo que tenemos. No hay otra. Otros, sin embargo, hay más
pobres que no tienen ni un mísero (o miserable) siervo o sierva que llevase sus
recados y encomiendas a quién conviene guardar oculto.
Otro momento tenso y cautivador es cuando tras mandarle
pedirle Noemí a La Fenicia su encargo, esta última en la cumbre de su poder se
lleva el higo, hasta entonces prohibido, descaradamente a la boca. Todos
tenemos derecho a un instante de poder.
El momento de máxima tensión es cuando la mata. En esto
Buero no fue un innovador. Así ha sido siempre y así es como será.
Diálogo
¿cómo es?
Intervenciones cortas, rápidas, muy rápidas, que no se
duerma nadie.
lo que se
dice es importante o no, para el tema de la obra
Sí, es fundamental.
las intervenciones son cortas o
largas
Son cortas.
equilibradas entre los personajes/
no equilibradas
Son equilibradas. Nadie es más que nadie. Hasta las
palabras en la arena del rabí son cortas pero más que suficientes. Digamos que
son exactas.
colaboran los personajes en el
diálogo o no colaboran (¿dicen lo suficiente?
¿dicen
la verdad?, ¿dicen lo pertinente, lo adecuado?, ¿son claros?)
Son claros con lo que ven cada uno en el otro y niegan rotundamente
lo que se otros denuncian en uno mismo. Cuando no pueden decir lo que ven o lo
que saben o no se atreven insinúan.
Todos aceptan la farsa y las mentiras porque todos tienen
algo o mucho que ocultar. Algunos lo saben y son conscientes de ello. Otros ni
siquiera son conscientes. Se creen lo que ellos mismos se dicen y dicen a los
demás. Hay connivencia para callar y ocultar. Hay sellado un mutuo común
acuerdo. Y la maquinaria funciona. Tienen una vía de escape, un deporte, lapidar
a la mujer adúltera. Como la vida misma. Así en la tierra como en el cielo. En
el cielo como en la tierra. En aquel tiempo como en éste. En Tierra Santa como
en ésta que no lo es tanto.
La fórmula funciona porque permanece a través del tiempo
y del espacio:
“No decir lo suficiente ni la verdad ni lo pertinente ni
lo adecuado.”
De vez en cuando, muy de vez en cuando, aparece alguien,
un profeta, un escritor, un poeta, escribiendo palabras en la arena que ni el
tiempo ni el viento borran y que desmantela con su dedo el concierto. Entonces
se decide entre todos lo que hay que hacer: lapidarlo, crucificarlo, matarlo,
silenciarlo, hacerlo callar y, si es posible, borrarlo como si nunca hubiera
nacido ni visto ni oído ni hablado ni escrito ni existido.
A veces lo consiguen. Pero
nacen otros. Así ha sido y así será.
(sigue)
Opinión personal sobre el tema de la obra
¿qué
te ha parecido? ¿interesante? ¿por qué?
Muy interesante. Es fiel
reflejo de la vida misma, la de aquí, la de ahora, la nuestra. No hay que
buscar paralelismos. Aparecen solos. Y a veces varios y repetidos y
superpuestos en diferentes ámbitos de nuestra vida.
Opinión personal sobre cómo está hecha la obra
¿cómo te
parece que está hecha? ¿bien, mal, regular? ¿por qué te parece eso?
Es precisa, corta, rotunda, como las mismas palabras en
la arena escritas por el dedo del maestro. No sobra ni falta nada. Es la obra
de un maestro, de otro maestro, escrita esta vez con pluma, supongo.
Experiencia de lectura y estudio de la obra
¿te ha sido
fácil o difícil leer la obra y estudiarla? ¿por qué?
Primera lectura: de un tirón. Raro en mí.
Segunda lectura y posteriores, más despacio, recreándome
en los diálogos, las acotaciones, las escenas imaginadas, las escenas actuales,
de este tiempo, evocadas.
No es difícil adivinar que disfruto dando rienda suelta a
la imaginación y a la mano alegre de obediente escribidor bajo las órdenes del
gran dictador que le dicta desde lugares extraños plagados de senderos de
desvarío.
(Doy gracias a mi profesor por permitírmelo y
autorizarlo. De no contar con ello, estaría junto con los actores y personajes
de la obra, con una mano en el bolsillo aferrando con fuerza una piedra,
esperando al reo. Llegado el caso prefiero que sea reo. Para el caso sirve lo
mismo. Utilizar una rea sería un una
perdida innecesaria y un gasto inútil que a la larga podría lamentar. Cuestión
de economía…y de competencia.)
Experiencia de dirección de la obra/ puesta en escena
¿te ha sido fácil o difícil imaginar
la dirección y puesta en escena de la obra?
Me falta capacidad técnica para valorarlo. Aunque, en
otro tiempo, hice mis pinitos en el mundo de la farándula siempre fue como
actor muy secundario, tramoyista y telonero pero nunca como director de escena. Para eso había
otros. No se puede abarcar y estar en todo. (También estuve en la taquilla.)
Experiencia de realización del trabajo
¿te ha sido
fácil, difícil, entretenido... hacer esta ficha? ¿por qué?
Muy entretenido. Hasta tal punto que se me han quemado
los garbanzos. Lo que digo: No se puede estar en todo.
¿Por qué? Cuando un niño juega y se divierte no sabe
contestar por qué. Porque me lo paso bien, diría. Lo mismo digo yo. Porque mi
mamá me deja, diría. Porque mi profe me deja, digo yo.
¿te ha aportado algo?
Desde luego que sí.
Desde que empezamos hace dos cursos con las lecturas y
las fichas no ha habido una sola que no estuviera leída en el momento justo,
adecuado y necesario. A esto Young lo llamó sincronicidad. Empezamos con Edipo:
cuando llegó a mí necesitaba un baño de honestidad. Y fue duro pero necesario.
Luego vino el descenso a los infiernos de la mano de Virgilio hasta las puertas
del cielo. Virgilio, pagano, no pudo entrar. Un paseo por las cloacas de
Baudelaire. Otro bajo la alfombra llena de ácaros con Kafka.
Tuvimos un sueño en una noche de verano con Shakespeare.
Goethe se escapó huyendo de Werter y me lo encontré corrigiendo el prisma de
colores y enmendando la plana a Newton en las aulas de biología, aprovechándose
de que este último era daltónico. Hablamos de Carlota. Le saqué el tema pero no
soltó prenda. Estaba avergonzado. Me habló de longitudes de onda y otras
ordinarieces. Noté que se iba por las ramas y me fui. Allí se quedó con su
prisma de colores y su arcoíris. Yo creo que chocheaba. La edad no perdona.
Siempre me ha gustado escribir palabras en la arena,
palabras que borra el viento, palabras para un instante…
Un día de mi cumpleaños recibí un regalo: Era un cuaderno
en blanco. Permanece virgen. Nunca me atreví a tocarlo. Sin embargo las
servilletas de papel arrugado que me acompañan en la hora del desayuno no se me
resisten. Su destino es otro pero yo se lo he robado. Abrigo la secreta
esperanza de que un día van a llegar a los labios de la que yo quiero para
borrar el beso que otro le dio.
Entre tanto la uso para desarrollar una parte de mi
trabajo de creatividad literaria, de mi ficha de lectura. Ahí va:
Teatro, puro teatro:
-Me asusta esta página
en blanco, desierto de celulosa, pero no esta playa arrugada donde escribo
palabras en la arena, como Antonio Buero Vallejo, como el Rabí. Palabras en la
arena que, una vez leídas, borra la marea para volver a escribir en ella
huellas de pies desnudos…
Antonio Buero Vallejo. Palabras en la arena. Teatro.
-El Rabí escribe lo que
ve. Y el rabí ve lo que se esconde tras la máscara de carnaval.
Nada hay oculto para
él. Tiene la capacidad de ver. Por esa capacidad pudo ver, que no adivinar, hasta
su propia historia.
-No es lo mismo ver que
adivinar. El hombre desnudo ve. El que se disfraza lo único que puede hacer, lo
que hace, es esconderse tras su máscara, máscara tras máscara, de cartón piedra,
siempre huyendo.
-Pero sus máscaras, no
importa cuál de ellas se ponga, con cuál de sus trajes se vista, son
transparentes para el que ve.
-El Rabí escribe
palabras en la arena para enseñar, para mostrar. Para hacer ver…
La viga en el ojo
propio que no se quiere ver.
-A través del entramado
de vigas de nuestro ojo, a través del andamio, a través de la tramoya, conseguimos
vislumbrar las pajas, y hasta las motas, en los ojos de quien, a su vez, nos
mira.
-Pero no son pajas, son
vigas. Es una cuestión de perspectiva. En la distancia todo se ve más pequeño.
Eso nos permite quitarle importancia, incluso bromear con ello y reírnos de ello.
-Nos permite también distraer nuestra atención de nuestro
andamiaje de vigas propias.
Por otra parte no
necesitamos más. Nos basta con mirar a través de un agujero.
-A veces el árbol no
nos deja ver el bosque pero si nos apartamos un poco, si lo quitamos de la
primera fila de nuestra visual nuestra vista consigue alcanzar algo más lejos
en lo profundo del horizonte…
-¿Qué ocurre si un
espejo pulido nos devuelve nuestra propia imagen?
-La mayor parte de las
veces, que no nos gusta: El fariseo, el
saduceo, el publicano, el hipócrita, el asesino…
-El que está libre de
pecado que tire la primera piedra.
-Palabras en la arena.
-Esto vale para todos y
para cualquiera.
-¿Quién puede cambiar
el mundo si antes no cambia él?
-¿O es que acaso
pretende hacer el mundo a su imagen y semejanza?
-¡Como Dios!
-¿O a su conveniencia?
(Estas palabras
fueron escritas por el alumno Julio Fidel Díez Reinares en la arena del ruedo
de la Universidad de la Experiencia como ejercicio de ficha de lectura de
teatro para presentar ante su admirado profesor de Técnica Literaria, Miguel Ángel,
con la esperanza de ser leídas y glosadas antes de ser borradas por el viento
huracanado que presagia la tormenta que se avecina por el horizonte en
lontananza…)
(¡Lo que hay que
hacer por un puñado de glosas, de oro en este caso, que no de plata, ni
de arena!)
(11 páginas tiene la
tragedia en un acto de Buero Vallejo. 12 páginas tiene mi resumen.
No hay manera por más
que lo intento. De todas formas la culpa no es solo mía. El cuestionario parece
más bien un interrogatorio y yo, como La Fenicia, no daré lugar a que me saquen
la verdad a base de vueltas de manivela en el potro de tortura.)
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