jueves, 12 de febrero de 2015

LA PEDRADA (parábola) PALABRAS EN LA ARENA. Buero Vallejo


Palabras en la Arena. Autor: Antonio Buero Vallejo


FICHA DE LECTURA

TÉCNICA TEATRAL: TEATRO. ANÁLISIS DE UNA OBRA

problema(s) y enfrentamiento(s): el tema, el argumento
            ¿cuáles son?, ¿entre quiénes?, ¿por qué motivos?

“No he venido a traer la paz sino la guerra.” Eso parece.

Hasta que Él llegó todos estaban de acuerdo: “Había que lapidarla”.
Se presentó Él con su cara bonita y su labia, además de su porte de buen mozo, y todo fueron disputas. Todo por unas simples palabras escritas en la arena que tarde o temprano las borraría el viento. Hubo para todos: concretas y precisas. Luego añadió:

”El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Todos eras esclavos. Se guardaron la piedra y se fueron. Para mejor ocasión. Pero el cabreo iba por dentro.

La intensa frustración generada por el hecho de no haber logrado llevar a feliz término el sano y “catártico” ejercicio de la de la lapidación de la mujer adultera produjo un estado de extrema rabia tal entre los participantes que al final acabó todo en un enfrentamiento de todos contra todos. El Rabí sabía mucho de las Sagradas Escrituras pero ignoró por completo, no se sabe si casual o deliberadamente, el efecto beneficioso de la participación ciudadana en actos socioculturales con espíritu deportivo.

Aparte de este motivo general y colectivo, cada individuo tenía los suyos propios, propios de su propia personalidad y coyuntura personal, y secretos, muy secretos y bien guardados y ocultos pero, pobres inocentes, totalmente transparentes para el ojo avezado del otro, acostumbrado a ver sin mayor esfuerzo la paja en el ojo ajeno.

Así, por ejemplo, Asaf sabía en el fondo de corazón que su joven y bella esposa se moría de ganas de ponerle los cuernos con Marcio el Romano, primo lejano de Pepe el Romano. (Lo que no sabía es que desde hacía algún tiempo ya ostentaba un hermoso adorno en su frente y no era éste precisamente una corona de Laurel, reservada en exclusiva para los ciudadanos de primera del imperio.)

Compensaba el dolor que le producía esta sabiduría oculta, esta sapiencia (y el peso de esta corona) y esta carencia de amor, con el fervor guerrero que ardía en su interior, en una hoguera muy cercana y próxima a la que desprendía aquellas grandes rojas llamaradas de celos, y con el que se empeñaba en defender a la pobre Patria dominada y sometida por el romano invasor, que todo lo invadía sin clemencia y sin el más mínimo recato, especialmente los fríos y vacíos lechos de las jóvenes esposas de esposos valerosos destinados en comisión de servicio al Servicio por la Patria.

Matatías, poseído a partes iguales  por la ira de Jehová y por la intensa lucha interna desatada en el campo de batalla de sus entrañas entre sus quince años de santa castidad y la irreverente provocación de las dos tetas al desnudo de la rea, intentaba a duras penas  mantener el tipo, apelando a la fama de su proverbial prestancia de sabio conciliador, debiendo mostrarse como modelo ejemplar del comportamiento de un alma grande  para el resto de la comunidad.

(Se sabe, por Amnistía Internacional, que al día de hoy, en los lugares donde todavía se practica este deporte, el citado inconveniente ha sido salvado, gracias a dios, enterrando a la rea hasta el cuello. Si el reo de lapidación es varón basta con que el hoyo le llegue hasta la cintura. Esto le da una mínima oportunidad de despejar alguno de los numerosos cantazos que le llegan con codos y brazos y, si llegara el caso, en caso de acabársele la munición a los diestros lanzadores, y siniestros, y lanzadoras, que de todo hay, sin haber logrado hacer diana en el centro de la diana, en la frente del de enfrente, desenterrarse y salir corriendo.)

Otro enfrentamiento, tal vez el más elocuente de toda la obra, en la cumbre del clímax, es el producido entre Asaf y Noemí cuando el primero se entera de lo que en el fondo de su corazón ya sabe y, no pudiendo contenerse, va nomás y la mata (porque era suya).

Podía haberse contentado con lamentarse cantando un tango y haberla dejado viva pero de este modo ni Buero habría podido escribir sus palabras en la arena, ni yo las mías, ni el Rabí las suyas sin asumir el riesgo de que se objetase que en este caso, para regocijo de los asistentes al singular acontecimiento, sí que se habría equivocado de cabo a rabo. Pero no fue así. El Rabí nunca falla. Igual que el criminal, que nunca gana. Ni tampoco el a-se-si-no. Así es el destino.


            Resume el argumento de la obra

Noemí, joven esposa de Asaf, y hermosa, está loca por Marcio, el centurión.
Utiliza los servicios de correveidile de su sierva, La Fenicia, para mandarle recaditos.
Asaf, su esposo y dueño, está en la plaza del pueblo participando en una lapidación.
Es un deporte muy popular, apto para todos los públicos.
Uno que pasaba por allí, un forastero, se ha puesto a escribir palabras en la arena.
Lo que ha escrito no ha gustado a nadie. Todo el mundo está enfadado. De hecho tienen un cabreo monumental. Algo ha escrito que ha tocado sus fibras más sensibles. La lapidación se ha suspendido. Se acabó la fiesta.

Están pensando en algo extremadamente refinado para vengarse de Él. ¿Lapidación? No, eso es poco. Se merece algo mejor que eso. (¿Tal vez crucifixión? Sí. Habrá que acudir una vez más a Roma y humillarse de nuevo ante ella. Ellos no están autorizados ni su tradición se lo permite. Otra vez a endeudarse de nuevo. Pero el caso lo merece.)

La Fenicia, la mensajera, vuelve con buenas noticias (y una bolsa llena de denarios con la efigie del Cesar). No puede reprimir su alegría. Asaf no soporta estas muestras de alborozo, que se le clavan como cuchillos, ni la ignorancia de lo que pasa en su propia casa tras las cortinas de la alcoba. Le quita la bolsa. Se le cae al suelo, La reconoce. Es de Marcio, el invasor romano. Y a él se le cae el velo. De repente lo comprende todo. Y ahora cuando la mata.

Asaf contempla grabada en el fondo de su retina (escrita sobre la arena) una sola palabra de la que, hasta ese momento, desconocía su significado: a-se-si-no.

(Algo de arenilla se le ha debido meter en el ojo y parece que llora. Pero no; esto no pertenece a esta historia.)


            ¿cuál es el tema (o temas) que trata?

-La imperiosa necesidad de disponer de un culpable, un chivo expiatorio ajeno a uno mismo, para calmar los agudos dolores que causan los mordiscos sin piedad de la propia conciencia, que nunca duerme.

-La facilidad para ver la paja en el ojo ajeno y la enorme dificultad para ver la viga en el propio. El lado oculto y oscuro enseña los dientes como fiera acorralada cuando se le provoca.

-La negación a ultranza de lo evidente con tal de proteger la máscara de la apariencia y la coraza de protección ante amenazantes agrietamientos y roturas del edificio.

-El adulterio inevitable, siempre presente en toda tragedia, comedia u obra de arte que se precie y se pretenda como tal, pero excusable al fin y al cabo porque la carne es débil… y sobre todo muy apetitosa… y más si esta carne es la de la otra… y si esa otra es de otro sabe mucho mejor.

-El romano, siempre el romano, enredándolo todo.

-El destino fatal e inexorable que está esperando a la vuelta de la esquina.



personajes

            (lo que nos transmiten de ellos las acotaciones)
Las acotaciones entre paréntesis nos dan una primera idea de quiénes y de cómo son.

            (lo que nos transmite de ellos el diálogo y lo que hacen)
El diálogo y lo que hacen añaden detalles de su personalidad que va completándose y desgranándose a medida que la obra avanza y que les va transformando.


            ¿quiénes son?,

Por orden de aparición:

Noemí, el ama, joven esposa de Asaf, (arde por dentro… y por fuera) (casada con quien sus padres acordaron) (infeliz) (quiere dejar de serlo)

La Fenicia, la sierva, (fisgona, vieja ‘el visillo’ y celestina) (quisiera ser libre) ( y yo)

Eliú, el escriba, (funcionario pelota, servil, prevaricador, ladrón y corrupto, vil y rastrero.)

Gadí, el saduceo, (gordo, vividor, amante y amigo de todos, todos, los placeres.)

Matatías, el fariseo, (En nuestro tiempo se le conocería como beato, meapilas, comesantos o chupacirios. En aquel tiempo, dado que el bautismo no había sido aún instaurado y, por lo tanto, la pila bautismal no tenía ninguna razón de existir, se le denominaba exclusivamente “sepulcro blanqueado”. Alto y delgado como su padre, por tradición, mira por encima del hombro al resto de los mortales y a bastantes de los inmortales)

Asaf, el jefe de la milicia del Sanedrín (buen puesto y seguro, salario fijo) (militante ultraderechista fanático, nacionalista, gudari, rebosando odio eterno al invasor, sicario)(casado con esposa joven y guapa)

Joafar, el sacerdote, (clérigo por conveniencia, o por tradición tribal y familiar, ateo sin vocación religiosa y sin convicción pero buen guardián de sus privilegios de casta sacerdotal, no se planteó nunca colgar los hábitos y dejarlo así como así para que otro venga y ocupe su lugar.)





Por orden de no aparición (solo nombrados):

Jesús, el Rabí, (por todos, conocido, del uno al otro confín.)

Marcio, el romano (fuerte para ser su señor y tierno para el amor, un mirlo blanco, ¡quién lo pillara!, Noemí, discreto entre bambalinas, pariente lejano y amigo de Pepe el romano. No tienen que aprenderse el papel, ni maquillarse ni desmaquillarse ni siquiera despeinarse pero se ponen tibios. ¡Joder con Roma! Me pido ese papel.) (Añoro mi vida de patricio con Patricia.)

La mujer adúltera (La única culpable de todos los males del resto: debe ser lapidada.)
(¡Ay de aquel pueblo que no cuente entre sus pobladores con una mujer adúltera a quien lapidar! ¿Qué haría el aldeano con la piedra que esconde en la mano?
¿Acaso se atrevería a lanzársela al juez a la cabeza?
¿Se la guardaría de nuevo en el bolsillo del gabán o en fondo del zapato?
¿O la echaría a un lado, para adornar un poco más el bello jardín de Sísifo?
 Se vería obligado a mirarse el lado oscuro:  ¡Y eso sí que no!)



            ¿cómo son físicamente?

Noemí:           “Es hermosa. Tiene la hermosura violenta y gastada de muchas mujeres morenas. Sus ojos son profundos, cansados, asustados. Grandes ojeras los circundan. La boca es dura y sensual, con un pliegue amargo.” Yo no sé definirla mejor. Puedo añadir que ha sido castigada por la impotencia ante el tiempo que le ha tocado vivir y por la renuncia a la vida libre que su cuerpo entero le reclama.

La Fenicia:    Delgada y nerviosa, al estilo de un ama de llaves, pero en joven.

Matatías:        Alto y delgado, como manda la tradición, como su padre.

Eliú:                           Enjuto y mínimo, chiquito y bajo. Minúsculo. Casi no se le ve. Matón cuando le dejan.

Gadí:              Gordo y obeso. Siempre bien dispuesto a llevarse un buen bocado a la boca… y a su mullido lecho.

Joafar:            Viejo y curtido. Tras su barba parece más joven.

Asaf :                          Aguerrido y apuesto, pero apuesto treinta denarios de plata a que bastante menos que Marcio.

Ninguno de los dos necesita presentación (Ambos se salen de las tablas):
Además ni siquiera se suben a las tablas del escenario.
No obstante, para ayudar a la imaginación del espectador…

Jesús, el Rabí:            Buen mozo, a los ojos de La Fenicia.

Marcio, el romano:    Buen mozo, todavía mejor, a los ojos de Noemí.

La mujer adúltera:    Cualquiera no sirve para este papel. Necesitaría unos  mínimos.
Aunque también es verdad que la necesidad de tirar la piedra que calma la furia que quema por dentro y la sed, hace que valga cualquiera.


¿cómo son psicológicamente? ¿y éticamente?

Noemí: Inocente, imprudente, miedosa, temerosa, temblorosa, zalamera si es preciso, apasionada, ardorosa, ciega por la pasión que le domina, enferma de un amor que le mata… (Al final muere de otra cosa.)

La Fenicia: Ladina, taimada, controladora, sabedora y usadora (y abusadora) del  poder que sabe que tienen los criados porque saben y conocen más de lo que dicen saber y conocer. Falsa (tu pie sobre mí cabeza, paloma) y traidora en la hora decisiva.

Eliú: Servil, pelota, prevaricador, con el complejo y la rabia contenida de quien no da la talla mínima para ser admitido en el grupo al cual le gustaría pertenecer, fuerte ante el débil y débil ante el fuerte, un Robin Hood de los poderosos, un paladín de los ricos.

Matatías: Fariseo. Soberbio, vanidoso… y sobre todo lujurioso, pero no  puede permitírselo, su religión se lo prohíbe. Además tiene que dar ejemplo. Para eso está. Casto y virgen (¿quién aguanta eso por dentro?)

Gadí: Lujurioso y vividor, amante de los placeres. Saduceo. Este sí que lo aguanta. Pero ante el mundo exterior debe dar una imagen medianamente aceptable. Le va en ello la prosperidad de sus negocios.

Joafar: Sacerdote. De buena casta, privilegiada. Tiene poder, o debería tenerlo. En alguna ocasión, ante un Rabí descarado y desvergonzado, se le va de las manos (¿quién se habrá creído este galileo que es?). Eso no le gusta. No le gusta perder su anillo de poder. A Smigle tampoco le gustó. Por eso anda por ahí tratando de recuperarlo. Podrían asociarse y formar un buen equipo. Tal vez tengan éxito y lo logren.

Asaf :  Fanático, celoso (y con razón), y celoso servidor al servicio del Sanedrín. Es el jefe, el capitán, de academia militar. Lo primero es el deber. Le enseñaron bien. Es cumplidor, como Tejero, pero su jefe le falla. ¿Por qué el sacerdote, su superior,  no mantuvo su valor, el valor que se le supone? A perro flaco todo se le vuelven pulgas: le falla su jefe, le engaña su esposa, y no con cualquiera: precisamente con el romano invasor. ¿Ante esta disyuntiva qué puede hacer? No le dejan tirar piedras a la mujer adúltera (eso calma mucho). Tampoco es de los que les guste tirarlas a su propio tejado. Emborracharse no puede, no está bien. Además no puede humillarse tanto. Él no se va a pegar un tiro. Aun no se había inventado la pólvora ni el revólver ni el rifle. Japón y el harakiri es un mundo desconocido fuera de los límites del imperio y del mundo mediterráneo conocido. Además su religión se lo prohíbe. Así que no le queda otra: la mata.

No es culpa suya. Es el destino. Le han llevado hasta allí. Estaba acorralado.


¿qué buscan o desean o temen...?, ¿qué hacen para conseguirlo o evitarlo?

Noemí busca a Marcio. Marcio busca a Noemí. La Fenicia busca la libertad y dejar de ser sierva. Para ello necesita hacerse rica y poder comprarse. Para ello toda moneda es buena y todo método útil. Matatías, un par de tetas, que siempre se le negaron o se las negaron y todo lo que conlleva. Pero está amarrado con fuertes cadenas a una tradición, imposibles de romper. Eliú, ser más alto, pero la naturaleza lo hizo así y no puede hacer nada. Si al menos le admitiesen como socio…Gadí poder llevar tranquila y relajadamente su vida licenciosa sin que se lo echasen en cara las lenguas de doble filo y de doble moral. Joafar recuperar su tesoro, su anillo de poder. Asaf, que el romano no hubiera aparecido por allí, que su esposa le quisiera y le fuera fiel, que le diera muchos hijos, que el galileo, escritor de palabras en la arena, se hubiera quedado en la aldea de su comarca haciendo cruces de madera para otros reos de muerte con su padre, el carpinteo; que el autor del siglo XX, escritor de palabras en la arena, se hubiera exiliado de verdad o, ya que se quedó, se hubiera limitado a asistir a misa como todo el mundo y dejar que los doctores del sanedrín interpretasen las palabras en la arena como solo ellos estaban autorizados a hacerlo. Amén.

actores
            ¿a qué actores y actrices elegirías para representar a estos personajes?

Casting:
Noemi                        Maribel Verdú, Pastora Vega.
La Fenicia                 Julia Gutierrez Caba, Terele Pávez (La celestina)
Eliú                            Agustín González, Jose Luis López Vázquez
Matatías                     Fernando Fernán Gomez, Luis Ciges,
Gadí                           Juan Echanove, Peter Ustinov (Nerón), Alfredo Landa,
Joafar                         Fernando Rey, Luis Escobar.
Asaf                            Juan Diego, Javier Bardem.
Jesús, El Rabí            Mi Rabí, mi Maestro, que también es un poco Mago
Marcio, el romano     Yo mismo.

            ¿por qué?
Sin palabras.

            ¿cómo los dirigirías para que hicieran un buen papel? : mímica, gesto,  
             movimiento, forma de hablar, vestuario, maquillaje, peinado
Con los que he elegido, los dejaría solos y me iría a tomar un café con el rabí, entre bambalinas naturalmente, y a esperar a ver qué pasa.


estructura: actos/ escenas  (situaciones teatrales)
            ¿cuáles localizas (las más importantes)?,

Primera: La Fenicia y Noemí. A lo lejos, fuera de escena, la lapidación frustrada.
Segunda: Los lapidadores frustrados. Acusaciones, burlas y tensión entre ellos.
Tercera: Asaf y Noemí. Tensión. Acusación mutua.
Cuarta: Asaf, Noemí y La Fenicia. Se descubre el pastel. Desenlace: la mata.
Quinta: Confesión de Asaf ante el resto. La palabra que el Rabí escribió para él.

¿cómo se dispone la historia dentro de
            ellas?:  planteamiento-nudo-desenlace; clímax.

Planteamiento: Se va lapidar a una mujer adúltera. Ha pecado. Es rea de adulterio.

Noemí sabe que ese es el castigo establecido por la ley. A pesar de ello trata de ponerse en contacto con Marcio, su amante, por medio de su sierva. Se arriesga. Su marido, Asaf, es uno de los más acérrimos partidarios de la lapidación. Desconoce los tejemanejes de su esposa.

Nudo: Un Maestro forastero que pasaba por allí frustra la ejecución provocando con sus palabras escritas en la arena tensiones y enfrentamientos entre quienes hasta aquel momento eran cómplices condescendientes consigo mismos. La tensión alimenta las disputas y se acumula. Se relaja un poco esta tensión cuando se despiden. Asaf entra en casa.

Desenlace: Aparece La Fenicia con su Buena Nueva. Buena para ella, mala para Noemí porque Asaf está presente. Quién no debía enterarse de nada es el primero que se entera.

Climax: Llega a partir del momento que reconoce la bolsa de Marcio.




espacio
            (lo que nos transmiten las acotaciones)
            (lo que nos transmite el diálogo)
            ¿dónde transcurre la acción?

En Galilea, en Tierra Santa, antes de ser santa y, en un segundo plano, en cualquier lugar, por ejemplo aquí.
            ¿cómo es el escenario? ¿cómo lo pondrías tú (tu escenografía)?:
            decorados, luz, música, sonido

Tendría que ser austero, como la propia obra, con blancos y negros y fondos de color arena. Decorados mínimos: La casa, la verja, la puerta. Alguna casa al fondo pintada como en el portal de belén.

Luz tenue al comienzo en la escena de Noemí y La Fenicia. Tendría más luz, podría ser de tonos rojizos, en los diálogos durante los enfrentamientos intermedios. Luminosa y excesiva durante el cabreo de Asaf, seguida de un apagón progresivo, casi en caída libre,  cuando sale tras haberla matado, hasta apagarse del todo mientras pronuncia la palabra  a-se-sino

Con la música y el sonido, algo parecido.

tiempo
            (lo que nos transmiten las acotaciones)
            (lo que nos transmite el diálogo)
            ¿cuándo transcurre la acción? ¿en qué época, año...?

In Illo Tempore, cuando dijo Jesús a sus apóstoles , antes de que empezaran a oír y, en un segundo plano, en cualquier tiempo, por ejemplo ahora..

Época del año, tenía que ser primavera avanzada, cuando hace la calor, o comienzo del verano, cuando están los trigos en flor, cuando los enamorados van a servir al amor y cuando los higos están maduros y apetitosos. Y si no, que lo pregunten a La Fenicia. A Noemí, no, pobrecita, porque no pudo probarlos. Se acabó el sainete para ella antes de tiempo.

Dentro del día, tenía que ser la quinta, antes de la sexta, la hora de la siesta, cuatro horas antes de la nona, que es cuando debía partir Asaf en comisión de servicio como capitán de la milicia del santo sanedrín. La  prima es muy de madrugada. Aunque también pudo comenzar en la tercia, pero creo que aquel día Asaf y Noemí no madrugaron. Creo definitivamente que fue la quinta, que en aquel tiempo equivaldría a la hora del vermut de nuestra época, la hora de la actividad deportiva y sociocultural.


            ¿cuánto dura la representación?

En menos de una hora se resolvió todo. Fue rápido, muy rápido. ¡Fue tan rápido todo! No les dio tiempo a nadie a aburrirse, ni a Noemí ni a Asaf ni a ninguno de los otros personajes ni al espectador. Tal vez quien sí creo que se aburrió esperando fue Marcio, el romano. Y aún sigue. Alguien tendrá que ir a avisarle, digo yo.

            ¿el paso del tiempo pone tensos a los personajes?

Sí, muy tensos. De hecho están tensos todo el tiempo. No hay descanso. Suspense. Hay un primer aviso cuando Noemí manda a La Fenicia a buscar a Marcio. ¡Qué imprudente! Si se le veía venir. Y encima manda a La Fenicia. Acaso no sabía que no era de fiar. Pero, claro, no tenía otra. No eran ricos ni poderosos para poder elegir entre sus criados. Los pobres nos tenemos que conformar con lo que tenemos. No hay otra. Otros, sin embargo, hay más pobres que no tienen ni un mísero (o miserable) siervo o sierva que llevase sus recados y encomiendas a quién conviene guardar oculto.

Otro momento tenso y cautivador es cuando tras mandarle pedirle Noemí a La Fenicia su encargo, esta última en la cumbre de su poder se lleva el higo, hasta entonces prohibido, descaradamente a la boca. Todos tenemos derecho a un instante de poder.

El momento de máxima tensión es cuando la mata. En esto Buero no fue un innovador. Así ha sido siempre y así es como será.




Diálogo
            ¿cómo es?
Intervenciones cortas, rápidas, muy rápidas, que no se duerma nadie.
            lo que se dice es importante o no, para el tema de la obra
Sí, es fundamental.
            las intervenciones son cortas o largas
Son cortas.
            equilibradas entre los personajes/ no equilibradas
Son equilibradas. Nadie es más que nadie. Hasta las palabras en la arena del rabí son cortas pero más que suficientes. Digamos que son exactas.

            colaboran los personajes en el diálogo o no colaboran (¿dicen lo suficiente?
           ¿dicen la verdad?, ¿dicen lo pertinente, lo adecuado?, ¿son claros?)

Son claros con lo que ven cada uno en el otro y niegan rotundamente lo que se otros denuncian en uno mismo. Cuando no pueden decir lo que ven o lo que saben o no se atreven insinúan.
Todos aceptan la farsa y las mentiras porque todos tienen algo o mucho que ocultar. Algunos lo saben y son conscientes de ello. Otros ni siquiera son conscientes. Se creen lo que ellos mismos se dicen y dicen a los demás. Hay connivencia para callar y ocultar. Hay sellado un mutuo común acuerdo. Y la maquinaria funciona. Tienen una vía de escape, un deporte, lapidar a la mujer adúltera. Como la vida misma. Así en la tierra como en el cielo. En el cielo como en la tierra. En aquel tiempo como en éste. En Tierra Santa como en ésta que no lo es tanto.

La fórmula funciona porque permanece a través del tiempo y del espacio:

“No decir lo suficiente ni la verdad ni lo pertinente ni lo adecuado.”

De vez en cuando, muy de vez en cuando, aparece alguien, un profeta, un escritor, un poeta, escribiendo palabras en la arena que ni el tiempo ni el viento borran y que desmantela con su dedo el concierto. Entonces se decide entre todos lo que hay que hacer: lapidarlo, crucificarlo, matarlo, silenciarlo, hacerlo callar y, si es posible, borrarlo como si nunca hubiera nacido ni visto ni oído ni hablado ni escrito ni existido.
A veces lo consiguen. Pero nacen otros. Así ha sido y así será.

                                                                                                                 (sigue)

Opinión personal sobre el tema de la obra

¿qué te ha parecido? ¿interesante? ¿por qué?

Muy interesante. Es fiel reflejo de la vida misma, la de aquí, la de ahora, la nuestra. No hay que buscar paralelismos. Aparecen solos. Y a veces varios y repetidos y superpuestos en diferentes ámbitos de nuestra vida.



Opinión personal sobre cómo está hecha la obra

            ¿cómo te parece que está hecha? ¿bien, mal, regular? ¿por qué te parece eso?

Es precisa, corta, rotunda, como las mismas palabras en la arena escritas por el dedo del maestro. No sobra ni falta nada. Es la obra de un maestro, de otro maestro, escrita esta vez con pluma, supongo.

Experiencia de lectura y estudio de la obra

            ¿te ha sido fácil o difícil leer la obra y estudiarla? ¿por qué?

Primera lectura: de un tirón. Raro en mí.
Segunda lectura y posteriores, más despacio, recreándome en los diálogos, las acotaciones, las escenas imaginadas, las escenas actuales, de este tiempo, evocadas.

No es difícil adivinar que disfruto dando rienda suelta a la imaginación y a la mano alegre de obediente escribidor bajo las órdenes del gran dictador que le dicta desde lugares extraños plagados de senderos de desvarío.

(Doy gracias a mi profesor por permitírmelo y autorizarlo. De no contar con ello, estaría junto con los actores y personajes de la obra, con una mano en el bolsillo aferrando con fuerza una piedra, esperando al reo. Llegado el caso prefiero que sea reo. Para el caso sirve lo mismo. Utilizar  una rea sería un una perdida innecesaria y un gasto inútil que a la larga podría lamentar. Cuestión de economía…y de competencia.)




Experiencia de dirección de la obra/ puesta en escena
            ¿te ha sido fácil o difícil imaginar la dirección y puesta en escena de la obra?

Me falta capacidad técnica para valorarlo. Aunque, en otro tiempo, hice mis pinitos en el mundo de la farándula siempre fue como actor muy secundario, tramoyista y telonero pero  nunca como director de escena. Para eso había otros. No se puede abarcar y estar en todo. (También estuve en la taquilla.)



Experiencia de realización del trabajo

            ¿te ha sido fácil, difícil, entretenido... hacer esta ficha? ¿por qué?

Muy entretenido. Hasta tal punto que se me han quemado los garbanzos. Lo que digo: No se puede estar en todo.
¿Por qué? Cuando un niño juega y se divierte no sabe contestar por qué. Porque me lo paso bien, diría. Lo mismo digo yo. Porque mi mamá me deja, diría. Porque mi profe me deja, digo yo.

            ¿te ha aportado algo?

Desde luego que sí.
Desde que empezamos hace dos cursos con las lecturas y las fichas no ha habido una sola que no estuviera leída en el momento justo, adecuado y necesario. A esto Young lo llamó sincronicidad. Empezamos con Edipo: cuando llegó a mí necesitaba un baño de honestidad. Y fue duro pero necesario. Luego vino el descenso a los infiernos de la mano de Virgilio hasta las puertas del cielo. Virgilio, pagano, no pudo entrar. Un paseo por las cloacas de Baudelaire. Otro bajo la alfombra llena de ácaros con Kafka.
Tuvimos un sueño en una noche de verano con Shakespeare. Goethe se escapó huyendo de Werter y me lo encontré corrigiendo el prisma de colores y enmendando la plana a Newton en las aulas de biología, aprovechándose de que este último era daltónico. Hablamos de Carlota. Le saqué el tema pero no soltó prenda. Estaba avergonzado. Me habló de longitudes de onda y otras ordinarieces. Noté que se iba por las ramas y me fui. Allí se quedó con su prisma de colores y su arcoíris. Yo creo que chocheaba. La edad no perdona.

Siempre me ha gustado escribir palabras en la arena, palabras que borra el viento, palabras para un instante…

Un día de mi cumpleaños recibí un regalo: Era un cuaderno en blanco. Permanece virgen. Nunca me atreví a tocarlo. Sin embargo las servilletas de papel arrugado que me acompañan en la hora del desayuno no se me resisten. Su destino es otro pero yo se lo he robado. Abrigo la secreta esperanza de que un día van a llegar a los labios de la que yo quiero para borrar el beso que otro le dio.

Entre tanto la uso para desarrollar una parte de mi trabajo de creatividad literaria, de mi ficha de lectura. Ahí va:


 Teatro, puro teatro:
-Me asusta esta página en blanco, desierto de celulosa, pero no esta playa arrugada donde escribo palabras en la arena, como Antonio Buero Vallejo, como el Rabí. Palabras en la arena que, una vez leídas, borra la marea para volver a escribir en ella huellas de pies desnudos…

Antonio Buero Vallejo. Palabras en la arena. Teatro.

-El Rabí escribe lo que ve. Y el rabí ve lo que se esconde tras la máscara de carnaval.
Nada hay oculto para él. Tiene la capacidad de ver. Por esa capacidad pudo ver, que no adivinar, hasta su propia historia.

-No es lo mismo ver que adivinar. El hombre desnudo ve. El que se disfraza lo único que puede hacer, lo que hace, es esconderse tras su máscara, máscara tras máscara, de cartón piedra, siempre huyendo.

-Pero sus máscaras, no importa cuál de ellas se ponga, con cuál de sus trajes se vista, son transparentes para el que ve.

-El Rabí escribe palabras en la arena para enseñar, para mostrar. Para hacer ver…

La viga en el ojo propio que no se quiere ver.

-A través del entramado de vigas de nuestro ojo, a través del andamio, a través de la tramoya, conseguimos vislumbrar las pajas, y hasta las motas, en los ojos de quien, a su vez, nos mira.

-Pero no son pajas, son vigas. Es una cuestión de perspectiva. En la distancia todo se ve más pequeño. Eso nos permite quitarle importancia, incluso bromear con ello y reírnos de ello.

-Nos permite  también distraer nuestra atención de nuestro andamiaje de vigas propias.
Por otra parte no necesitamos más. Nos basta con mirar a través de un agujero.

-A veces el árbol no nos deja ver el bosque pero si nos apartamos un poco, si lo quitamos de la primera fila de nuestra visual nuestra vista consigue alcanzar algo más lejos en lo profundo del horizonte…

-¿Qué ocurre si un espejo pulido nos devuelve nuestra propia imagen?

-La mayor parte de las veces, que no nos gusta: El fariseo, el  saduceo, el publicano, el hipócrita, el asesino…
-El que está libre de pecado que tire la primera piedra.
-Palabras en la arena.
-Esto vale para todos y para cualquiera.
-Esto es una invitación a la reflexión interior.
-¿Quién puede cambiar el mundo si antes no cambia él?
-¿O es que acaso pretende hacer el mundo a su imagen y semejanza?
-¡Como Dios!
-¿O a su conveniencia?




Yo también me apunté a la ceremonia de la lapidación. Y elegí una piedra. Pero el Rabí también escribió alguna palabra para mí. No pude lanzársela a la mujer adúltera. Me quedé con las ganas pero no tuve valor. No quise arrojarla al montón, junto a las de los demás. Me la llevo. Me han dicho que hay una montaña donde no hay ninguna. La depositaré allí junto con mi vanidad. La próxima vez elegiré otra más pequeña. La que se me ha metido en el zapato, por ejemplo.

(Estas palabras fueron escritas por el alumno Julio Fidel Díez Reinares en la arena del ruedo de la Universidad de la Experiencia como ejercicio de ficha de lectura de teatro para presentar ante su admirado profesor de Técnica Literaria, Miguel Ángel, con la esperanza de ser leídas y glosadas antes de ser borradas por el viento huracanado que presagia la tormenta que se avecina por el horizonte en lontananza…)


(¡Lo que hay que hacer por un puñado de glosas, de oro en este caso, que no de plata, ni de arena!)


(11 páginas tiene la tragedia en un acto de Buero Vallejo. 12 páginas tiene mi resumen.

No hay manera por más que lo intento. De todas formas la culpa no es solo mía. El cuestionario parece más bien un interrogatorio y yo, como La Fenicia, no daré lugar a que me saquen la verdad a base de vueltas de manivela en el potro de tortura.)

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