jueves, 18 de junio de 2015

LAS FLORES DEL MAL (Baudelaire) (Ficha de lectura y comentario)


Baudelaire reencarnado, yo...

Lector bucólico y tranquilo, ingenuo y sobrio hombre de bien, me acerqué junto con mis compañeros de aula, por recomendación, obligación y mandato de nuestro profesor de literatura y creación literaria, pero sobre todo maestro, Miguel Ángel, a embriagarme con los intensos aromas de Las FLores del Mal en el Jardín del Edén. 

La embriaguez no fue tal sino infernal borrachera. 
He aquí los vapores de mi resaca:


FICHA DE LECTURA :        LAS FLORES DEL MAL          BAUDELAIRE
Charles Pierre Baudelaire (9 de abril de 1821 - 31 de agosto de 1867)

Goethe, romántico, escribió su autobiografía: “Poesía y verdad”
Poesía asimilada a la mentira.
Poesía es mentira. ¿Qué es poesía?
Poesía eres tú. Ergo tú eres mentira.
Tú, ese ser angelical y perfecto, eres mentira.
¿Romanticismo?: ¡Pluf! Se pinchó la burbuja.
Fin de la ilusión. Final de la farsa.


AUTOR Y ÉPOCA

Mediados del siglo XIX: Aparición de  Baudelaire, medio bohemio medio dandi, como un albatros caído, como el ángel menos dos alas, príncipe y hazmerreir entre los mediocres.

 Abre las puertas a la modernidad en poesía. Es indispensable para entender su época.
Yo no sé si Joaquín Sabina estaba pensando en él cuando compuso su canción:

“Menos Dos Alas”:

González era un ángel menos dos alas.
González era un santo por lo civil,
un dandi con un ojo al a funerala,
tan rojo, tan castizo y tan zascandil.

Pero el casticismo de Baudelaire se corresponde con los tiempos convulsos de París, capital del mundo, a punto de brotar el impresionismo.

La burbuja del romanticismo ha explotado. Surge el desencanto brotando de la pluma de Flaubert. Surgen los nuevos movimientos: modernidad, posromanticismo, parnasianismo, simbolismo, decadentismo.

Es duro enfrentar la realidad. El romanticismo es sí era una evasión, una embriaguez, una borrachera. Ahora ya no hay escape. Hay que salir huyendo. ¡Sálvese quien pueda! Quien puede viaja, se va a Goa, a Mauricio o a La Reunión. El que no tiene acceso a estos billetes tiene otra forma de viajar: la absenta. Es la generación del alcohol.

Baudelaire se queda. Ha encontrado una herramienta, un arma. Aún cree que es posible hacer algo. Cree en la poesía. Está orgulloso de su tarea. Sabe que la poesía encierra poder. Sale a la calle enarbolando su bandera.

No se encierra en su torre de marfil. Años más tarde otro poeta diría: “La poesía es un arma cargada de futuro” A Baudelaire todavía le queda un atisbo de ideal. Otro poeta diría también: “La voz del poeta es la voz del profeta”. Baudelaire cree en el poder de la palabra y si la palabra tiene ritmo de tambor y de tumba mejor.

Baudelaire mira de frente, traspasa con su mirada penetrante la realidad aparente. Se adentra alegremente en la realidad social de su tiempo. Lo prueba todo, lo examina, lo que es inútil lo desecha. Poco a poco no va quedando nada, sólo la descomposición, la podredumbre, la muerte, la tarea asignada a los gusanos. Él mismo se impregna de todo ello.

En medio de ese campo nacen Las Flores.

Dante se adentra en el infierno, además de conducido por la  mano de un  guía experto, protegido con una cota de malla de rígida moral. Baudelaire lo hace sin guía y a pecho descubierto, con el corazón en bandolera. Lo  pila todo, incluso la sífilis.

Accede a la lucidez dolorosa que le aporta Lucifer.

Pero es humano, demasiado humano, y se implica en las cosas de su tiempo. Su pasión por Jeanne Duval es humana, muy humana. Y en sus últimos momentos, a pesar de que ya no están juntos, está con ella acompañándole, cosa que no hacen otros poetas como, por ejemplo, Espronceda con la mujer que dice que amó.


  
Se le fundieron los plomos al romanticismo.
Se pinchó la burbuja, se acabó la farsa.

Ahora comienza de nuevo la tragedia, la desesperanza. La trae de su mano Baudelaire con su mirada fría, dura, implacable. No perdona a nadie ni a nada. Dante dejó entreabierta una rendija para colarse en el paraíso. Baudelaire no lo  permite.

Tampoco permite al romántico que llore sobre sí mismo, sobre su propio hombro, ególatra autocomplaciente, y relajarse en el caldo de su cobarde autocompasión.

El romántico llora y se regocija con su llanto. Llora y disfruta del baño en la poza termal de sus ardientes lágrimas. Se recrea en su sufrimiento.

Pero este sufrimiento es poco con lo que le espera al que viene detrás.

Aquí está Baudelaire para decir: -“¿No querías taza? Pues toma taza y media.” No se anda con contemplaciones. El sufrimiento romántico le parece un sufrimiento fingido. ¿Quieres sufrir? Pues escúchame. Léeme. Aspira el aroma pútrido de las flores de mi jardín. Ven a mi cloaca conmigo. Desciende a nuevos infiernos conmigo. Yo soy tu nuevo guía. Desciende a tus propios infiernos. Yo te mostraré el camino.

Baudelaire, como Clint Eastwood, como Charles Bronson, no perdona.

Y por no perdonar no perdona tampoco al lector. Y avisa:

“Lector bucólico y tranquilo,
ingenuo y sobrio hombre de bien,
tira este libro saturnal,
y melancólico y orgiástico.

Si no estudiaste la retórica
con Satán, el decano astuto,
¡tíralo! Nada entenderás
o creerás que soy un histérico.”

Sabe que él no es ajeno al lector y que el lector no le es ajeno. Podemos escondernos y no querer ver ni saber y meter la cabeza en un agujero como hace el avestruz pero él está dispuesto a mostrarnos la verdad desnuda. Sabe que desnudándose nos desnuda, desnuda al lector, desnuda a la sociedad que le rodea y de la que forma parte.

A la sociedad no le gusta verse a sí misma en medio de la podredumbre y los ejércitos de helmintos y opta por romper el espejo que le devuelve su imagen y por matar al mensajero. Para ello ella tiene su propio ejército: una cohorte de jueces armados hasta los dientes con letales leyes que manejan con habilidad y destreza: Y así Baudelaire es procesado por inmoralidad.

Baudelaire de la mano de Edgar Alan Poe desciende a  los infiernos intentando emular la aventura de Dante pero Poe no es Virgilio.  Y tampoco Jeanne Duval es Beatriz. Demasiado carnal, demasiado humana, demasiado real.

Se adentra en los laberintos del infierno sin guía, sin armadura, sin red y sin la precaución de encomendarse a una Señora previamente creada por su Voluntad con la semilla de una imagen fugaz recogida y plantada en su adolescencia o su juventud como hicieron Dante con Beatriz o Alonso Quijano con Aldonza.

Dante y el Hidalgo Alonso tuvieron la fortuna o la precaución de no poder o no querer tocarlas y mancillarlas con su humanidad. Sus Guías, sus Señoras fueron sólo Verbo. Para Baudelaire sus Señoras fueron sobre todo y ante todo Carne.


EXPERIENCIA DE LECTURA/ OPINION PERSONAL

Leyendo algunas poesías de Baudelaire se disfruta de una cierta sensación de calma  muy parecida a la que se siente en los cementerios.

En un mundo tan sometido a estímulos vanos donde nos venden de todo al módico precio de entregar nuestra atención prestada en cómodos plazos, leer a Baudelaire se agradece tanto como se agradece al barrendero del barrio que se lleve de tu puerta la basura vieja e inservible que no te deja ya ni entrar ni salir de tu casa.

El spleen no es tal esplín ni tan plomizo ni tan losa ni tan hastío.

Baudelaire, el poeta, escribiendo se busca a sí mismo  y yo, lector, leyéndolo, me encuentro.

Leyendo a Baudelaire se tiene la sensación de que alguien te está ayudando a poner las cosas en su sitio.

Es el sillón del psicoanalista, el espejo que te devuelve como imagen una radiografía del alma atormentada, desgarrada, lúcida.

Personalmente he visto referencias a alguno de sus poemas, “La negación de San Pedro”,  en León Felipe, “El gran conserje Pedro”, y alguna similitud en el tratamiento.

Al  lector:
El pecado, el error, la idiotez, la avaricia
nuestro espíritu ocupan y el cuerpo nos desgastan,
y a los remordimientos amables engordamos
igual que a sus parásitos los pordioseros nutren.

Es catártico leer esto. Todos estos amables inquilinos son habitantes de nuestra personalidad que engordan a nuestra costa. Cuanto más les alimentamos más fuertes son y menos espacio queda en nuestra casa para nosotros y menos tiempo para el descanso. Leer cada poesía de Las Flores del Mal es como dejar que el robot automático de limpieza actúe dejando sin una mota de polvo cada rincón de cada habitación de nuestra personalidad o de nuestra alma.

Para que “Dios bendiga cada rincón  de esta casa” hay que dejar primero que entre el servicio de limpieza del Gran Barrendero Satán

Gracias también a vosotros, los poetas malditos.

¡Que Dios os bendiga!

Pecado, error, idiotez, avaricia, remordimiento,
parásitos amables, vampiros bellos y atractivos,
polizones no invitados de nuestra patera.
Temblad ante la mirada dolorosa y lúcida
y ante la palabra desgarrada e implacable del poeta maldito.


La estela de Baudelaire se hace patente en Rimbaud, el otro poeta maldito del siglo XIX.



En México se venera a la Santa Muerte. Va vestida como las vírgenes castellanas o andaluzas pero su rostro es una calavera y la veneración que se le tiene es similar  a la que se le tiene aquí a las bellas dolorosas con rostro de marfil.

La cercanía con la muerte nos aproxima a lo más auténtico de nosotros mismos y nos aleja de lo banal. Polvo eres y en polvo te convertirás. Vanidad de vanidades y todo vanidad.


El buitre y el cóndor tienen, como el albatros, un vuelo majestuoso pero su alimento es la carroña. La muerte y la podredumbre de la que se nutren no les hacen por ello menos bellos y atractivos en las evoluciones de sus bailes entre las cumbres.





Julio Fidel Díez Reinares


martes, 16 de junio de 2015

WERTER: "-Una de dos: O me llevo a esa mujer o entre los tres nos organizamos, si puede ser."

(Universidad de la experiencia. Clase de Literatura.)
(Así fue mi ficha de lectura de Werter presentada y corregida, calificada y glosada.)
(¡Perdón por la irreverencia!)

Hoy, día de San Juan, es un buen día para comenzar mi resumen, hoja de lectura, de la obra de Shakespeare, “El sueño de una noche de San Juan”. Aunque tengamos bien claro que se refiere  a la noche de San Juan Bautista, 24 de junio.

También Werther está esperando a que le haga su ficha de lectura. Me siento como el psicoanalista con el sillón vacío esperando y la sala de espera llena. Si respeto las citas, San Juan tiene el número 3 y tiene sueño y un sueño que contarme pero Werther que tiene un número posterior tiene prisa y le va en ello la vida y el amor y además el psiquiatra también tiene derecho a elegir a sus pacientes, enfermos o clientes, según le convenga a su preparación académica, al estado de ánimo de de su día, de su buen o mal humor, o al pie con el que se bajo de la cama cuando sonó el despertador.

Estoy por incluir a ambos en el mismo paquete y matar a los dos pájaros de un tiro. Así, por lo menos, a uno de ellos le evitaría el suicidio[MA1] .

¿Qué tal si entre todos los entresijos de enamorados del Sueño metiera una pareja de más, o un trío, como es este caso con Werter, Carlota y Alberto, en una capa de cebolla añadida, interactuando con Oberón y Titania, con el Conde Teseo y con la Reina de las Amazonas, con los jóvenes enamorados y con los artesanos de las bambalinas (con éstos furtivamente me colaría yo como curioso y mentecato observador), interaccionando como si de una nueva esfera adicional no prevista se tratara en el universo multidimensional de la vida[MA2] ?


Ésta no es idea mía, pues los científicos actuales que trabajan e investigan sin paraguas bajo la lluvia y las tormentas de ideas en sus laboratorios colectivos están fuertemente apostando por la dimensión adicional.

Apuesto a que Shakespeare lo habría hecho si hubiera llegado a tiempo a leer este libro. Y si no él, mi amigo Claudio (Nadie) quien, según confesión propia, disfrutaba destrozando clásicos, no lo habría dudado ni por un momento.

A la hora de abordar este trabajo, el mío, mi ficha de lectura en la clase de creatividad literaria de la universidad de la experiencia, me autorizo ciertas licencias sin consulta previa al doctor y director de esta tesis o proyecto, en este caso a mi profesor de literatura[MA3] .

(¡Cuán osado y arriesgado soy!)

Se trata de uno o dos trucos que me hagan más fácil la redacción de mi trabajo:
Uno de ellos, el primero, sería hacer uso del cómodo método de ir al rincón del vago o a otras páginas de internet y aplicar la útil herramienta de cortar y pegar o de copiar y pegar[MA4] .

Eso es al fin y al cabo, lo que hacen y han hecho todos los escritores desde que uno de ellos, el primero, negro y anónimo, escribió El Génesis.

Sólo algún valiente (o cobarde, según el punto de vista desde el cual se mire), como Miguel Delibes, lo ha confesado: “El idioma estaba ahí antes de que yo llegara y lo usé a mi antojo como mejor supe” (o algo parecido) o como León Felipe: “Recogí la palabra que otros me entregaron y la amasé para hacer con ella nuevo pan candeal” (o algo así).

Goethe escribió vida y poesía oponiéndolas como si estuvieran enfrentadas.

En todo caso podrían ser las dos caras de una misma moneda,
los dos puntos que definen el segmento en una recta infinita,
el punto de congelación y el punto de ebullición de la vida,
igual de lejanos y equidistantes del cero absoluto y del big bang,
o el proyector y la pantalla en el cine de barrio de la Taberna (¡Sí, he dicho taberna!) de Platón.

Pero a estas alturas de la vida, en la universidad de la experiencia y con la mochila de la experiencia cargada de mil experiencias y las alforjas repletas de triunfos estallados en mil burbujas de jabón o de champán y los zurrones llenos, como cofre de pirata, de ricos collares de fracasos de perlas, tenemos material abundante, más que suficiente, para cortar con el hacha afilada o la tijera desde  la amarga cruz de la vida y pegar en la dulce cara de la poesía o la composición literaria.

(¡Qué bien me ha quedado!)


(Pero más vale pájaro en mano. Hay conficto y coincidencia de horarios)



Goethe pintor poeta y funámbulo, escapando, huyendo, de Werter[MA5] .


Después le negaría al menos tres veces.

Caminado en la cuerda floja entre las dos torres de la catedral, entre el pañal y el sudario, firmemente los pies apoyados en la senda del filo de la navaja, las manos firmemente amarradas a la pértiga y a la pluma que le sujeta, como me sujeta mi pluma a mí, y a la que a su vez sujeta, venciendo así la gravedad de los infiernos y elevándose como Dédalo e Ícaro alados, como el albatros y el cóndor o como Hermes Mercurio por encima de las cotas donde el termómetro de mercurio no tiene escritas en su escala las marcas del bien y del mal.





Gustavo Martín Garzo: “Toda nueva novela lleva en sí un monstruo[MA6] 
No estamos solos en el universo, afirman los científicos,
No estamos solos. Nuestros monstruos nos acompañan allá donde quiera que vamos. Unas veces son simpáticos animales, mascotas domésticas y caseras. Otras veces molestos insectos o moscas cojoneras y otras incómodas fieras y bestias salvajes.

Holograma. Universo multidimensional.

Cuando el Gran Cinematógrafo proyecta su película en la pantalla del gran cine de barrio de la Taberna podemos acercar o alejar la pantalla y enfocar o desenfocar la vida presentada. Las pantallas  pueden ser múltiples, tantas como capas tiene la cebolla, tantas como esferas tiene el infierno en la divina comedia, tantas como cornisas o terrazas tiene el purgatorio, tantas como niveles vibratorios tienen los paraísos celestiales, tantas como universos paralelos puede tener un Sueño en la noche de San Juan.

Hoy, desde mi holograma en la Taberna me dispongo a cortar y clavar:
Cortar con la cuchilla afilada de la guillotina, con el hacha de Odín, el vikingo, o con la tijera de podar los sarmientos de la Viña del Señor, la que da la uva con la que se hace el Buen Vino y
clavar con los clavos de Cristo que empeñó Joaquín Sabina en el rastro de Portobello y que yo pude comprar y compré con treinta monedas de plata que encontré en uno de los bolsillos de mi raído gabán. (Nunca, por mucho que intenté hacer memoria, llegue a recordar cómo éstas llegaron a mí.)


08 de marzo de 2011
Hoy es San Juan de Dios.


26 de marzo de 2011

Cuando Goethe escribió Werter lo primero que necesitó fue buscarse un amigo a quien dirigir sus epístolas.

Pablo de Tarso, a quién le salió calló en la falangeta del dedo corazón, no tenía ese problema pues tenía multitud de amigos en todos y cada uno de los puertos del Mare Nostrum, pero para contar lo que tenía que contar Goethe no sirve cualquier amigo. Tiene que ser alguien muy especial. Nosotros, algunos niños, tenemos el Amigo Imaginario. Es nuestro mejor amigo, quien de verdad nos entiende. Goethe lo llamó Guillermo y, así mismo, a sí mismo se llamó Werther. No es coincidencia que cumplieran años el mismo día, el 28 de agosto.

Siempre hay una estrecha relación entre creador y creado, entre padre e hijo, entre autor y obra.

La obra, el hijo, el creado tiene una ventaja. Por lo general vive más tiempo en la historia y en la memoria de los hombres que sus progenitores y además todo padre se preocupa cuando engendra un hijo por mejorar la raza en la medida de sus posibilidades. Otra cosa es que lo consiga.

Algunos hijos salen protestones, como Prometeo, y se rebelan contra su padre. Esto les acarrea un destino cargado de cadenas. Otros, como Júpiter, lo consiguen, destronan a su padre y se quedan con su corona. Otros, como Pasolini, sencillamente lo matan. Y otros, como Nietche, se convierten en notarios para dar fe de que Dios ha muerto. Edipo sabedor que esa era también su destino quiso evitarlo y huyo. Y se topo de bruces con él. Le estaba esperando a la vuelta de la esquina.

Yo por mi parte, como Julio Cesar, no me opondré pues sé que la evolución de todo hombre pasa por ahí. Únicamente alcanzaré a decir: “¿Tú también, Bruto, hijo mío?”

Unamuno, en su Vida de don Quijote y Sancho, ya nos lo hacía notar. Si comparamos a Don Quijote de la Mancha con Don Miguel de Cervantes en las encuestas de popularidad nadie tenemos duda de quién quedaría en primer y segundo lugar. Y no digamos nada del abuelo, Cide Hamete Benegeli; a ese nadie lo conoce.

A Goethe le salió el hijo díscolo. Hizo estragos entre la juventud de su época. Goethe, el padre, se avergonzó de él. Tal vez por eso le dejó la herencia a su hijo póstumo, Fausto. Y eso que éste hizo algunos contratos no muy encomiables con gente de mal vivir pero, según cuentan,  rectificó a tiempo.

Otro tanto le pasó en la antigüedad a Isaac con sus otros dos hijos, Esaú y Jacob. En este caso, el menor, por una cuestión de hambre y un plato de lentejas se quedó con todo. Y con la ayuda de su madre, que las madres siempre han sido muy importantes en la historia aunque la historia se haya empeñado siempre en silenciarlas.

Sin embargo no siempre ocurrió así.  No todas las madres ni los padres se han comportado como debían hacerlo y era su obligación. Fijaros, si no, en la historia de nuestros primeros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

¿Dónde estaba la tatarabuela Eva mientras el bisabuelo Caín eliminaba de un quijazo a nuestro tío bisabuelo Abel? Pues enrollándose en una rama del árbol de la ciencia del bien y del mal con una hermosa serpiente, odalisca del paraíso terrenal.

¿Y dónde estaba el tatarabuelo Adán? Pues seguramente cuidando pacífica y amorosamente su rebaño de ciervas mientras inventaba la flauta de pan dulce y le escribía odas pastorales a Eva.

Pero volvamos a Goethe y a la historia de su hijo Werther que es lo que nos ha traído hasta aquí.


Werther era un romántico, como el joven Goethe, y como romántico y por definición, emborrachado y encendido por los primeros albores de la primavera. Y, como en el ciclo del fuego, lo que en principio surgió como una llamita en el pábilo de una vela se fue haciendo paulatinamente lumbre de hogar donde contar cuentos y fábulas en noches de conseja, llama de hoguera en la noche de San Juan y por fin incendio forestal incontrolado.



Menos mal que pasaba por allí el Bombero Alberto. Cuidadoso de su hacienda y de sus bosques y sus pastos no dio opción a que el ciclo del fuego terminara de forma natural en brasa, que la brasa se hiciera carbón y que el carbón con el paso de los siglos y los kalpas se convirtiera en diamante.  Pero así es la vida.

Todos llevamos dentro un pequeño Werter y también un Albertito[MA7] .

CARLOTA

Ésta es una palabra mayúscula. Si CARLOTA no hubiera existido Werter y Alberto habrían sido los mejores amigos del mundo. Habrían formado una sociedad en la que mientras uno se ocupaba de los asuntos de Dios el otro se afanaría por resolver los asuntos del Cesar. Una sociedad limitada perfecta. Pero el tercer socio siempre importuna.

Dios estaba solo y se aburría y creó al hombre a su imagen y semejanza. El hombre se aburría, lo tenía todo y se aburría y le pidió a Dios: ¿Por qué no haces alguien que sea carne de mi carne,  como yo? Y Dios creó a CARLOTA.

Y él, el hombre, Alberto, el hombre, Werter, ya no estuvo nunca jamás solo y aburrido:

Se acabó el hastío.

(Fue necesario esperar a Baudelaire y a sus amigos unos cuantos años más para que árboles plantados fuera de las tapias del huerto del edén nos dieran a probar de esa amarga fruta)


Cuando Werter llegó al pequeño pueblo de la campiña alemana, después de haber dicho adiós para siempre a su ex novia Leonor, embriagado por la recién estrenada libertad y por los aromas del campo, extasiado por la belleza de los brotes tiernos de las yemas en las puntas semidesnudas de los arboles recién despertados de su hibernal letargo, acompañaba su vibrante estado interior con el estribillo de una canción tarareada entre dientes y que Luis Eduardo Aute, algunos años después, declaró como suya en la oficina de patentes de la SGAE:  UNA DE DOS  

“O me llevo a esa mujer o entre los tres nos las arreglamos si puede ser”

A Alberto esa canción no le gustaba y mucho menos oída en boca de Werter. Le traía malos presagios.

Alberto había heredado de sus antepasados unas magnificas pistolas que nunca había llegado a usar. No era hombre violento. No le gustaban las armas pero sí era un hombre práctico. Y agradecido. Quería a Carlota y le gustaba verla alegre. Sabía que la presencia de Werter producía en ella un estado de felicidad envidiable que raramente había manifestado antes de la aparición de éste. Por eso le estaba profundamente agradecido. Pero todo en esta vida tiene un límite. Quería agradecerle el servicio al amigo y quería desprenderse de las peligrosas armas por más que fueran un recuerdo de familia. ¿Qué mejor cosa que regalárselas al amigo?

En su espíritu de hombre de negocios anidaba el instinto primitivo alimentado por la ley de supervivencia de obtener el mayor beneficio con la mínima inversión. Y eso de matar dos pájaros de un tiro no es cosa exclusiva del que suscribe, que quiere hacer dos fichas de lectura en una. Esta actitud, como algunos oficios, es tan vieja como el mundo.

Pero por mucho que un hombre se queje de su suerte, llámese Werter o Alberto, nunca llegará al extremo de sentir lo que pasa por el corazón de una mujer como Carlota que se debate entre dos amores irreconciliables e imposibles, entre Amor y Sacrificio.

Carlota sí que debe caminar sin caerse por el filo de la navaja, por el hilo de la tela de araña del puente colgante sobre el abismo. Si hubiera atendido a las demandas de Werter habría dejado de ser el sol hacia el cual el Ícaro Werter tendía sus alas de cera y se habría convertido en el mejor de los casos, o el peor, en Jeanne Duval para Baudelaire y en el peor, o el mejor, en Beatriz muerta para Dante o en Dulcinea intocable e inalcanzable para don Quijote. Pero a Werter como a Ícaro nunca le acompañó la prudencia y la sabiduría del caballero manchego.

ALBERTO

Cuando un arco se tensa demasiado siempre se rompe por le punto más débil. Este punto no se llamaba Alberto. Curtido en mil batallas al servicio del Cesar el caballero legionario no estaba dispuesto a dejarse arrebatar su colina y su botín más preciado. Carlota no era moneda de cambio. En esta cuestión no hay amistad que valga. Eso también es amor, o necesidad, o instinto de supervivencia a vida o muerte. Toma, te regalo mis pistolas y vete.

LA MUERTE DE WERTER

Alguien se tenía que sacrificar y le tocó a él. No fue echado a cara o cruz. Así al menos habría tenido una oportunidad. Sencillamente le tocó a él por destino. Como en la carrera por alcanzar el óvulo entre millones de espermatozoides él fue segundo, medalla de plata, eso sí  pero segundo. Alberto fue primero. La supervivencia de la especie es lo que cuenta. Ella, la portadora de la vida, no decide; acepta: “Cariño, te quiero a ti, pero él llegó antes y ya estaba cuando tú llegaste. No hay nada que hacer. Te recordaré siempre. ”

Como en la muerte de Gregor, su padre, su madre y su hermana salieron a ver amanecer, en la muerte de Werter, el cronista no lo cuenta, pero pasados los primeros momentos de dolor y de sorpresa, aunque en el fondo lo sabían, tras el entierro y las exequias Alberto y Carlota saldrían al campo a ver amanecer[MA8] , a ver subir el sol hacia un cenit no demasiado vertical, pues en una Alemania tan alejada del trópico es todo lo que da de sí un mediodía, y a ver atardecer y a  contemplar hermosas y duraderas puestas de sol amarrados de la mano y, cada uno en silencio, recordando al amigo que hizo el milagro de acercar sus almas,  la una a la otra, despertándoles de su letargo de insulsa vida provinciana.

Ninguna muerte es en vano. Una pizca de sal y de pimienta en el cocido da al plato un sabor que de otra manera nos hubiera resultado soso e insípido. Pero un plato confeccionado exclusivamente a base de sal y de pimienta sin otra cosa no habría habido estómago ni espíritu capaz de soportarlo.

Y fue así como Alberto y Carlota fueron felices, comieron perdices (de supermercado, eso sí,  porque aunque recuperaron las pistolas ya nunca jamás las utilizaron para ir a cazar) y como decía Sebastián Calleja a mi no me dieron porque no quisieron.

Y colorín colorado…
…este cuento se ha acabado


Julio Fidel Díez Reinares


(Volveré de la mano de Shakespeare: ¡aviso!)


SOBRESALIENTE 10,5

SIEMPRE QUE VUELVAS CON ESCRITOS TAN CREATIVOS COMO ESTOS, PUEDES AMENAZARME CON VOLVER Y VOLVER Y VOLVER Y VOLVER.
FELICIDADES POR TU INGENIO, POR TUS BUENAS LECTURAS Y POR TU CREATIVIDAD: DA GUSTO LEER FICHAS COMO ESTA.






 [MA1] TIENE GRACIA


 [MA2]PUES SERÍA UN LÍO MUY CONSIDERABLE


 [MA3]CONCEDIDO


 [MA4]NI SE TE OCURRA


 [MA5]¿NO TENÍA UNA ESCAPATORIA MÁS FÁCIL’


 [MA6]ESTA CITA ME PARECIÓ MUY SUGERENTE CUANDO SE LA LEÍ. LUEGO PUDE COMENTARLA CON ÉL.


 [MA7]¿Y UNA CARLOTITA?


 [MA8] SUPONGO QUE SÍ: QUE LA VIDA CONTINÚA